La aparición de un banco de arena en las aguas del río Paraná, hace ocho décadas, entreveró en las páginas de los diarios locales las plumas de Amaro Villanueva y Juan L. Ortiz, quienes polemizaron en torno a esta novedad llamada a modificar para siempre el paisaje que la naturaleza nos regala diariamente a paranaenses y turistas. Corrían los últimos meses de 1944 y la bajante histórica del año anterior había comenzado a mostrar los primeros rasgos de ese “paréntesis” emplazado frente al Puerto Nuevo, un “forúnculo” en las aguas que constituyó el primer rostro de lo que hoy conocemos como el Islote Municipal.
Mientras Villanueva celebraba la novedad, su amigo Ortiz pedía directamente destruir ese flamante espacio a través de dos artículos periodísticos, uno de ellos con un título bastante gráfico, que funcionaba a la vez como una alusión indirecta a las autoridades políticas: No sirve para nada, estorba, y nadie lo puede sacar. Así justificaba el poeta, desde la ribera rosa y dorada, su malestar: “Aquí se trata de la simple belleza de una bahía que no admite, nos parece, ningún paréntesis”.
El tiempo, sin embargo, parece haberle dado la razón a Amaro: vencida la resistencia inicial, hoy el islote es parte insustituible del paisaje costero y se consolidó como un importante atractivo turístico, conjugando la naturaleza con el impulso social y estatal a este enclave fluvial que ofrece una maravillosa vista de la ciudad.
Pasaron los años y la fisonomía urbana y las costumbres fueron mutando. Algunos espacios se recuperaron y otros cayeron en desuso, como el enorme predio del Puerto Nuevo, que hoy es motivo de debate y está en el centro de los proyectos para recuperar un importante sector del borde costero. La actividad del hombre en el dragado y la navegación, parte fundamental en la constitución del islote, fue declinando desde su auge a mediados del siglo pasado hasta la actualidad, abriendo varias preguntas y planteando una serie de desafíos.
¿Qué hacer con los terrenos ubicados en el Puerto Nuevo? ¿Cuáles son los proyectos para recuperar el espacio y qué objeciones encontraron en el camino? Estos son algunos de los interrogantes que llevaron a Cicatriz a proponer esta nota, como un aporte mínimo para pensar el futuro de este lugar privilegiado de Paraná.
Hoy, lamentablemente, ya no tenemos las plumas de Villanueva y Ortiz para enaltecer una amistosa polémica sobre el destino que debería darse a los terrenos del Puerto Nuevo. A pesar de ello, la mayoría de los paranaenses tiene una posición tomada sobre el tema, que en los últimos años copó las sobremesas, los foros de debate y llegó al Congreso de la Nación. En medio de las preguntas sobresale una certeza: hay mucho por hacer y este asunto, casi con seguridad, formará parte de la agenda de la próxima gestión.
Una decadencia color ocre
Hace más de una década, en una crónica que repasaba la historia y el presente de este emblemático sector de la capital entrerriana, Jorge Riani escribió: “La decadencia es de color ocre. En Paraná se la puede ver, tocar y lamentar en su sitio cerca del río, entre los yuyos que no alcanzan a imponer su verde en un paisaje de óxidos y abandono. En esa porción de la ribera paranaense está contada la historia del país”. La foto que describe el autor, excepto algunas variaciones en el entorno, es casi la misma que vemos en la actualidad. Desde entonces, la Sala Mayo fue refuncionalizada, se avanzó con la apertura de calles laterales y la Escuela Número 100 “Puerto Nuevo” inauguró su renovado edificio, por mencionar algunas obras que mejoraron la zona. Sin embargo, a pesar de las múltiples iniciativas, el impulso estatal y los debates que fueron contagiando a distintos actores de la sociedad civil, es poco lo que se avanzó para la recuperación del Puerto Nuevo. La media sanción del proyecto que transfiere los terrenos a la Municipalidad es, quizá, el hito más importante en esta línea, un primer paso imprescindible pero insuficiente para encarar el proceso de refuncionalización, que seguramente llevará mucho tiempo.
El 24 de noviembre de 2022, la Cámara de Diputados de la Nación le dio media sanción a la iniciativa que dispone el traspaso a favor de la Municipalidad de Paraná del terreno denominado “Delegación Paraná Medio”, ubicado en el puerto de la capital entrerriana, para la reutilización y puesta en valor del predio a través de un proyecto que permita un uso público del espacio y el desarrollo de su “potencial urbano, paisajístico, cultural, turístico y ambiental”. Fue con 209 votos afirmativos y tres negativos. La propuesta comenzó a gestarse por impulso de la ex diputada nacional Mayda Cresto, a la cual se sumó luego un proyecto similar de la diputada Blanca Osuna.
Durante la defensa que realizó en el recinto, Osuna propuso una modificación al proyecto y resaltó que “las transferencias en zonas portuarias se han transformado muchas veces en lugares preciados de negocios inmobiliarios”, asegurando de inmediato que “no va a ser este el caso”. Con esta aclaración y algunas modificaciones al texto se buscó calmar los ánimos de trabajadores del sector y ciudadanos nucleados en la Asamblea Vecinalista, que pusieron reparos a una iniciativa que, temen, podría privatizar o restringir –aún más– el acceso público al paseo costero. Desde la otra vereda señalan su estado actual, la falta de uso y las oportunidades que se pierden con el abandono.
El predio en cuestión, que supera los 30 mil metros cuadrados, se encuentra ubicado sobre calle Santiago de Liniers 395, en la zona portuaria de la capital entrerriana. La ex diputada Cresto habló en su proyecto de una “indefinición” en el uso de esos terrenos y del acceso vedado al público, situación que podrá revertirse si el espacio pasa a dominio de la Municipalidad, que le daría un uso turístico y social. Desde el Ente Mixto de Turismo de Paraná (Empatur) acompañaron la iniciativa porque entienden que “la modernización y la readecuación edilicia brindarían un espacio que fortalecería los atractivos costeros de la ciudad para los paranaenses y los visitantes”. En una carta publicada en 2021, cuando comenzó el tratamiento del proyecto de ley, los integrantes de la organización que nuclea a actores privados y estatales argumentaron su apoyo: “La ubicación geográfica del inmueble y su significado histórico le otorgan un gran potencial a nivel urbano, paisajístico, cultural, turístico y ambiental, siempre y cuando las obras futuras que se propongan no modifiquen a grandes rasgos las condiciones naturales y estructurales del lugar”.
Inversión y generación de empleo
Marcelo Barsuglia, presidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Paraná y miembro del Empatur, cree que es necesario, primero, “saber bien qué se va a transferir” y a partir de allí llegarán las propuestas para la refuncionalización y explotación de los espacios. Remarca, en este sentido, que el proyecto es complementario a la extensión del borde costero, con la integración peatonal hacia Puerto Sánchez y la conexión con el balneario Thompson. “El lugar es sumamente atractivo, sobre el río, con una vista hermosa de la ciudad. Vendría muy bien”, señala.
La recuperación de este “cementerio de chatarra”, considera, podría albergar distintos emprendimientos para potenciar la zona: “Es un lugar que comprendería la gastronomía, la hotelería, un centro cultural. Completar lo que hoy tracciona la Sala Mayo e integrarla a este complejo nuevo. En Santa Fe, por ejemplo, se ve cómo va creciendo la zona del puerto, es un proyecto ambicioso, con un desarrollo importantísimo. Incluso ahí tienen viviendas. Paraná tendría que estar en esa escala de ciudad”, compara.
Barsuglia no coincide con quienes se oponen a la iniciativa alegando una presunta privatización del borde costero, y pone como ejemplo la reciente concesión de un bar en la zona: “El Ente, a través del directorio, formó una comisión para concesionar el bar donde está la Sala Mayo. Se eligió la mejor propuesta, la más seria. El Ente sabe cómo debe actuar; no va a participar de ningún tipo de negociado. Lo que queremos es que se brinde el espacio para que haya inversión privada, que se generen puestos de trabajo”, subraya, poniendo como ejemplo ese mismo emprendimiento que al momento de su apertura generó 30 nuevos empleos: “La gastronomía es una actividad de rápido empleo. El shopping nuevo también le va a dar otra escala a la ciudad, y ahí hay otros 700 trabajadores. Son todos puestos genuinos”, concluye.
Cabe remarcar que, en campaña, el entonces candidato a intendente de Juntos por Entre Ríos Emanuel Gainza tomó el tema en una tónica similar: “Acá podrían generarse cientos de puestos de trabajo”, fue el título del banner con el cual lanzó su plan para toda la zona del Puerto Nuevo. “Tenemos la firme decisión política de convertir este lugar en un polo turístico, gastronómico, cultural y de servicios para el beneficio de todos los paranaenses”, dijo en aquella oportunidad, en la cual también hizo saber que le había pedido al Senado que avance para lograr la media sanción que restaba.
Lamentablemente, la exasperante inacción de la Cámara alta nacional durante casi todo el año le quitó espesura al debate, que había ganado lugar en la agenda pública local a fines de 2022 y que, probablemente, volverá a un primer plano durante la próxima gestión.
Edificios, galpones y chatarra
El proyecto que busca convertirse en ley promueve la transferencia de los terrenos al municipio con dos objetivos innegociables: garantizar el libre acceso y circulación y respetar el patrimonio arquitectónico y cultural, enmarcándolo en la recuperación del borde costero –que en el tramo total en consideración posee 3,5 kilómetros de extensión– y la construcción del nuevo edificio de la Escuela Número 100 en esa zona.
El predio total posee un área de aproximadamente 30 mil metros cuadrados, hoy “inaccesibles para la comunidad”, con una dársena, un edificio administrativo de valor patrimonial, galpones y talleres en desuso. Se menciona que el conjunto edilicio comenzó a construirse en 1905, un año después de la habilitación del Puerto Nuevo, y se precisa que allí hay 5 mil metros cuadrados de superficie cubierta “diseminados en los distintos agregados edilicios”, junto a 25 mil metros cuadrados de áreas descubiertas y 17 mil metros cuadrados del espejo de agua de la dársena.
La iniciativa señala distintos antecedentes, entre ellos el convenio suscripto por la Municipalidad en los últimos días de gestión de Sergio Varisco con la Agencia de Administración de Bienes del Estado, y abunda en fundamentos sobre la importancia de revitalizar este sector que “actuará como generador de una nueva centralidad urbana”.
A los fines del traspaso, el predio de la Delegación Paraná Medio sería subdividido en 16 sectores: el edificio más emblemático, de la Dirección Nacional de Vías Navegables, que posee unos 2 mil metros cuadrados y tiene un estado de conservación “excelente”, no se intervendría y continuaría con el uso actual. Hay un conjunto de edificios –dos galpones y dos casonas– que suman unos 4 mil metros cuadrados y serían destinados a emprendimientos gastronómicos, comerciales, hotelería y sala de exposiciones. Otra subárea de más de 6 mil metros cuadrados –compuesta por cinco galpones– sería destinada a “eventos de gran escala, conferencias, exposiciones, recitales, salas para actividades culturales, talleres aplicados” y un Museo del Puerto. Además, otros dos galpones y dos casonas, de más de 4 mil metros cuadrados, tendrían un uso privado, destinados a oficinas, comercios, locales gastronómicos y desarrollo inmobiliario, especificando que el área exterior será de circulación pública y que la edificación prevista tendrá un máximo de cuatro pisos. La zona más cercana al río, de más de 2 mil metros cuadrados, se menciona como un “hito de referencia urbana” con conexiones peatonales y accesos “independientes desde la rotonda existente” al final de la calle Claudio Fink, y está también prevista allí la explotación para emprendimientos gastronómicos. Por último, un sector de 4 mil metros cuadrados ubicado frente al conjunto edilicio, por detrás de su fachada más conocida y cerca del nuevo edificio de la Escuela Número 100, tendría destino privado, para desarrollar estacionamientos y proyectos inmobiliarios.
Las objeciones
El saludable consenso que en tiempos de grieta unió las visiones de dirigentes de distintas fuerzas políticas no se extendió, sin embargo, al interior del movimiento que comandaba los destinos de la ciudad, la provincia y el país.
El dato pasó casi desapercibido, pero desde el propio oficialismo se alzaron voces contrarias a la iniciativa: algunas horas antes de que el Congreso tratara el traspaso de los terrenos, un grupo de legisladores provinciales del peronismo presentó un proyecto en la Cámara de Diputados de Entre Ríos donde expuso objeciones.
La iniciativa, con la firma de Julio Solanas (Frente Creer), manifestaba su oposición mediante un rodeo: declaraba su “opinión favorable” a que se incorporaran “criterios de desarrollo científico, tecnológico y productivo, relacionados con la actividad fluvial y la industria naval, y de preservación cultural y ambiental, en posibles proyectos vinculados al área del Puerto Nuevo de la ciudad de Paraná” y pedía que se asumiera “una perspectiva federal y soberana sobre el río Paraná en el marco estratégico de la vía navegable natural que se extiende a través de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, que permite la comunicación entre los puertos de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay”.
Se trata de una iniciativa que contó con el acompañamiento de los diputados provinciales Jorge Cáceres, Sergio Castrillón, Juan Pablo Cosso, Mariano Rebord, Paola Rubattino, Leonardo Silva y María del Carmen Toller, todos oficialistas, pero ninguno oriundo de la capital entrerriana.
El proyecto, que ingresó el 22 de noviembre del año pasado, tomó estado parlamentario al día siguiente y fue girado a la Comisión de Comunicaciones y Transporte, donde no avanzó. Sin embargo, dejó plasmadas algunas de las objeciones que se lanzaron desde sectores gremiales y de la sociedad civil: “Si bien es cierto que la inversión privada es un motor fundamental para el desarrollo, que las iniciativas orientadas a la explotación turística forman parte de una mirada integral respecto de las potencialidades de la ciudad, no lo es menos que determinados recursos naturales y materiales deben ser preservados y desarrollados con una perspectiva soberana y estratégica”.
La idea de recuperar los terrenos impulsada por el intendente Adán Bahl contó con el decidido respaldo en el Congreso de la ex intendenta Osuna. Cabe recordar que, durante su gestión, el radical Sergio Varisco también impulsó esta iniciativa, marcando una continuidad no muchas veces vista. La opinión contraria de Solanas, otro ex presidente municipal, fue en cambio una voz disonante: “El área del Puerto Nuevo demanda un estudio de sus potencialidades que considere su valor social, económico, estratégico, cultural y ambiental, explorando sus posibilidades como espacio de uso público y para la navegación, poniendo el acento en su desarrollo como polo científico, tecnológico y educativo, y su capacidad de generar empleo”, agregaba el actual diputado provincial.
En ese sentido, la iniciativa que lleva la firma de Solanas pedía la participación del Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento en las propuestas que se planteen respecto del destino del puerto de Paraná, algo que “es fundamental, por su conocimiento y experiencia en la temática”. Asimismo, sostenía que “no debe perderse de vista la importancia que tiene la Dirección Nacional de Vías Navegables desde una perspectiva soberana sobre nuestras aguas en el curso del Paraná Medio”.
El gremio en cuestión fue uno de los principales actores que se movilizaron en contra de la iniciativa. Cicatriz buscó recabar alguna opinión del sector, pero desde el sindicato prefirieron no volver sobre el tema en un año electoral. Otro sector que sumó críticas al proyecto fue la Asamblea Ciudadana Vecinalista. “Defendemos el espacio público, estamos convencidos de que hay que resguardarlo para la ciudadanía y que hay que darle vida”, sostuvo a fines de 2022 Alicia Glauser, quien destacó la necesidad de “rescatar los talleres del puerto, recuperar la maquinaria, enseñar oficios en escuelas no formales, reflotar el dragado y rehabilitar el puerto”. En este sentido, Glauser denunció: “Han dejado caer toda esa zona para entregársela a empresarios, al mercado inmobiliario y privatizar todo. Van a lotear todo y quedará en manos de grandes capitales”.
No hubo, desde entonces, un acercamiento entre ambos sectores: quienes se oponen y aquellos que bregan por el desarrollo del puerto. El debate, seguramente, se retomará cuando los terrenos estén efectivamente a disposición de la Municipalidad y se pongan a consideración los proyectos para la zona.
Romper la inercia
Blanca Osuna pide analizar este tema desde una mirada integral, pensando en el acceso ciudadano al borde costero y ateniéndonos a la “identidad, sentido de pertenencia e identidad paisajística” que hacen a la zona de la ribera en Paraná. Como intendenta, impulsó la apertura de calles en la zona y destacó haber peleado por la construcción del nuevo edificio de la Escuela Número 100; como diputada, más recientemente, fue autora del proyecto de ley que obtuvo media sanción para transferir los terrenos a la Municipalidad. Cree que el peronismo seguirá teniendo en agenda iniciativas para revitalizar el borde costero y discrepa con algunos “compañeros” que han “distorsionado” el espíritu de todos los proyectos urbanos para la recuperación de espacios públicos.
“A mí me cuesta restringirme, más allá que lo del Puerto Nuevo requiere un abordaje específico. Acotar solo a lo del puerto limita algo que para mí tiene gran peso en la identidad. Es un ámbito geográfico con mucho despliegue en términos de superficie. Yo siempre lo he entendido desde esa perspectiva. Y creo que no en todas las gestiones, pero sí en muchas, se ha entendido así”, subraya en diálogo con Cicatriz.
Osuna hilvana algunos intentos, como el de recuperar los terrenos ribereños que hoy están en manos de clubes, con la apertura de calles, la regularización de los dominios de propiedad y la extensión del paseo costero, para lo cual sería necesario avanzar con la conexión entre el Puerto Nuevo y la zona de Puerto Sánchez, hoy unidos por un paseo peatonal muy precario. Sin embargo, pone el foco en lo difícil que ha sido avanzar: “Fueron tremendas batallas, y parecen cosas simples de hacer. Hay una inercia de no mover, de mantener el status-quo. Son cuestiones que son necesarias transformar”.
La diputada cree que hubo “voces críticas” que, “sin conocer a fondo el tema, distorsionaron el sentido del proyecto”. Se refiere a algunos planteos que vinieron desde el ámbito político y gremial, en ambos casos vinculados al propio peronismo, como así también a las objeciones de sectores ciudadanos: “Tengo muy presentes planteos absolutamente distorsionados, aludiendo a un ataque a intereses vinculados a la defensa del río. No estaba en el espíritu del proyecto, de ninguna manera, y muchísimo menos en los fundamentos ideológicos. Más allá de que toda acción sobre espacios públicos requiere de un resguardo permanente”, lamenta. En este sentido, alude a esa “inercia” negativa que impide darle forma a algunos proyectos: “Algunos creen que es mejor que las cosas sigan como están. Y la verdad es que eso conspira contra los intereses de los trabajadores, del río y sobre todas las cosas contra el goce y el derecho de los ciudadanos paranaenses”, cuestiona, dejando un crudo diagnóstico para el final: “Hoy, el estado del lugar, la desatención y el desguace duelen. Y da vergüenza”.