Había pasado una semana de las elecciones constituyentes en Chile en las que la ultraderecha arrasó. Todo indica que ese espacio se animará a decidir ya no a terminar con el modelo pinochetista expresado en la Constitución, sino que está dispuesto a profundizarlo. A empeorarlo, si es posible.
El Palacio de La Moneda, sede del gobierno, es apenas una reconstrucción material y arquitectónica de ese país que en 2019 mostró al mundo el hartazgo con un sistema que está guionado, precisamente, en su carta magna.
Maestras jubiladas están otra vez manifestándose ante la sede gubernamental. Reclaman, como hace años, que se les reconozca una actualización de sus haberes que se evitó en el marco de una reforma feroz que hizo Augusto Pinochet en su primer día de dictadura: delegó la salud y la educación en los municipios; e incrementó, ese mismo día, en un 90 por ciento, los salarios sólo a quienes quedaban en la órbita nacional. Es decir a las fuerzas de seguridad. En esa y otras reformas se puede bucear para entender la enorme desigualdad del país andino donde para atenderse o aprender hay que meter la mano en el bolsillo.
Hay sectores que tratan de conectar lo sucedido tras el Golpe de Estado que el 11 de septiembre cumple 50 años con los acontecimientos de 2019 que parieron un nuevo movimiento social y político que depositó a Gabriel Boric en la Presidencia. De ese trasvasamiento se encarga en buena parte la cultura. Fueron los artistas quienes imprimieron identidad y creatividad al estallido de hace casi cuatro años. Santiago es un solo grafiti de esas jornadas que plantaron una semilla a la que cuesta echar raíces.
La elección reciente, que obtura la posibilidad de enterrar de una buena vez la Constitución dictatorial, tiene también su explicación en el pasado. Pinochet, cuando se hizo cargo del país tras el asesinato a Salvador Allende, decidió que las materias Historia y Educación Cívica sean optativas en la currícula. Nada menos. Carlos Menem no se animó a tanto, pero sus reformas educativas aún tiran para abajo en Argentina.
Los testimonios escuchados en las anchas alamedas coinciden en el análisis del resultado electoral. Hay quienes aún simpatizan con el presidente, hay los que están desilusionados. Pero quienes enfrentaron la represión de los carabineros en aquel octubre de 2019 en llamas reiteran el diagnóstico. “Lo dejaron solo a Boric”, “la campaña de mentiras en los medios fue atroz” repiten votantes de esa alianza que tuvo su germen en la universidad y en los acontecimientos de 2011, cuando el ahora presidente y entonces dirigente universitario marchaba junto a miles de estudiantes para reclamar por una educación pública, gratuita y de calidad.
En Chile, durante su exilio, Sarmiento viajó a Europa por orden del presidente trasandino Manuel Bulnes y su ministro Manuel Montt Torres para estudiar experiencias educativas que luego el argentino implementó allá y acá y que conocimos como educación normalista. Paraná tiene su capítulo destacado al ser sede en 1870 de la construcción de la primera escuela normal del país.
La educación en las aulas y la educación en la tele. Los patrones parecieran repetirse, pero la historia tiene accidentes. Están los tiempos de cambios y los tiempos de las resistencias.